Hace unos días, a través de una compañera de feminismos, Nieves Salobral, hablé con Nerea Sancho, de Katakrak (Pamplona), para preparar un taller sobre maternidad y feminismo en el marco del curso “Maternidades, Economía y Comunidad“.
Por esas malas coincidencias de la vida, finalmente no voy a poder ir a impartirlo pero las posibilidades del debate se volvieron a abrir en mí. ¿Quieres saber cómo?
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Nichu. Foto de Alejandro Almeida.
A mi modo de ver, el entendimiento de la maternidad desde los feminismos está hoy protagonizada por una brecha bastante profunda pero, creo, también angosta. Las formas de plantear esta brecha son muy diversas y, con más o menos acierto, plantean un enfrentamiento real. Hablar de estas dos amplias posturas feministas no es fácil: estereotipos y generalizaciones nos abrasan.
Aquí recojo una primera aproximación a cómo yo lo veo.
A un lado de la brecha
Existen muchas feministas que apelan a la naturalidad (en tanto biología) de la función reproductora femenina para sostener que la díada madre-criatura tiene una esencia única y no reemplazable que determina el desarrollo evolutivo de los bebés, su bienestar presente y futuro y también el de la madre. El mantenimiento de este vínculo es clave para un óptimo desarrollo de las personas (en términos de salud física, psicológica y emocional) y, por extensión, para un mejor funcionamiento social.
De este modo, las prioridades políticas e institucionales en torno a la maternidad y la crianza deberían centrarse principalmente en su defensa y protección. El eje ideal de esta protección estaría marcado por el respeto a los tiempos naturales de crianza pautados por la lactancia materna y la priorización de los derechos de las madres en el cuidado filial.
A este lado de la brecha, los derechos de las niñas y los niños tienen el mismo peso argumentativo y político que los derechos de las madres. Es decir, desde estos feminismos los debates en torno a la maternidad no pueden aprehenderse sin tener en cuenta la otra parte de esa fusión dual que, en definitiva, genera la maternidad: las hijas, las niñas, quienes nacen.
Al otro lado de la brecha
Desde este otro lado, la imbatibilidad del vínculo madre-hija se desvanece en una idea más extensa del apego. Quienes miran la maternidad desde aquí entienden y, a veces, practican, una crianza no centrada en el apego materno-filial sino en el establecimiento de vínculos primarios que trascienden a la madre (lo que no necesariamente excluye la lactancia a demanda, el colecho o el cuidado exclusivo una vez finalizado el permiso de maternidad) y dan cabidas a formas familiares no enraizadas en la biología.
Fotos de @repajarito
La clave de esta postura es la de comprender que la biología no tiene por qué ser el eje vertebrador del arquetipo de la Madre ya que éste puede ser performateado por cualquier figura que encarne un vínculo primordial en el desarrollo del bebé. Por consiguiente, el conjunto social -y no sólo la madre- puede asumir la responsabilidad de los cuidados infantiles sin que ello suponga un agravio trascendental para las niñas lo que, de hecho, deriva en las llamadas políticas de conciliación o, en un estadio más avanzado, corresponsabilidad social.
En esta postura, los derechos de los niños subyacen pero desaparecen por ser subsumidos por un entendimiento mercantil de los tiempos de vida de las personas, particularmente de las mujeres quienes, habiendo ampliado sus cuotas de movimiento y decisión, se sitúan como principal sujeto del reconocimiento de derechos: derecho a la baja, a las ayudas, a la reducción de jornada, al horario ampliado de los colegios, a los campamentos urbanos, al tiempo propio y al desarrollo profesional (derechos estos últimos que son germen de las actuales propuestas a los permisos de maternidad/paternidad iguales e intransferibles)…
Cerrando, por ahora
En torno a las dos posturas someramente representadas, y pasando aquí por alto sus inmumerables matices, posibilidades, desafíos y perjuicios, se abren decenas de interrogantes feministas que nos obligan a seguir pensando y a dar respuestas y reflexiones compartidas, una vez que ya nos hemos vilipendiado lo suficiente las unas a las otras.
Desde mi perspectiva existen tres líneas de reflexión y debate que a mí me parecen principales y que, con urgencia, debemos trillar acompasadamente:
- ¿Cuáles son los puntos de unión e intereses comunes entre los diversos posicionamientos feministas en torno a la maternidad?
- ¿Cómo recolocar el rol reproductivo en un contexto social y político capitalista y profundamente individualista de tal modo que pueda ser germen de estilos de vida alternativos?
- ¿Qué estrategias posibles tenemos para defender y proteger las maternidades y su diversidad (adopción, homosexualidad, familias no nucleares, diversidad funcional) desde las instituciones y las comunidades sociales?

Nichu y Fede. Foto de Alejandro Almeida.
De todas las vueltas que le he dado al ejercicio de nombrar la distancia entre estas dos principales líneas de feministas en torno a la maternidad, esta forma me ha parecido la más fiel a lo que yo creo que concentra la esencia de cada postura. No obstante, la prudencia me obliga a subrayar que entre quienes se encuentran tanto en uno como en otro de los lados existen, doy fe, numerosos matices de postura e incluso algunas divergencias.
Hoy aquí no cabe todo.
Seguiremos con esto en #MaternidadesAlHabla. No te lo pierdas 🙂