Good bye, Indica con Género

Dicen que todo tiene un inicio y un final. A mí, sin embargo, nunca me resultó fácil discernirlos.

Las ideas, las relaciones, los cambios, se van gestando poco a poco y responden al juego de fuerzas e influencias de varios factores simultáneos. A veces, simplemente, nos cuesta identificarlos a todos.

Indica con Género empezó a terminar hace tiempo.

Pero Indica con Género ha sido el principio de mi actual web y de #veomujeres. Y quizá también de otros proyectos.

Ha sido guay.

Me he encontrado con muchas compañeras potentes. Me he comprometido un poco más conmigo, con el feminismo, con la escritura y con la construcción de las ideas.

Y lo seguiré haciendo pero, a partir de ahora, en el espacio blog de mi nueva web, http://anafernandezdevega.es/blog/

Esta es mi última entrada en este blog.

Gracias a quienes me habéis dado soporte, guerra, cariño y caña.

Un nuevo tiempo ha empezado.

by IconG

La «no-imagen» de las mujeres adictas

[Participación en la Mesa de Debate de la Jornada Mujer y Drogas organizada por la Fundación Atenea. Madrid, 21 de abril de 2016]

Pregunta: ¿Qué imagen existe de las mujeres consumidoras y adictas?

Respuesta: Sobre la imagen de las mujeres consumidoras de drogas yo creo que hay que señalar dos aspectos simultáneos que se retroalimentan mutuamente.

 En primer lugar, uno que tiene que ver con la propia sustancia y con la imagen general que tenemos de ella en la sociedad. Como sabéis, por diversos factores, no todas las sustancias están cargadas con la misma simbología ni el mismo significante a nivel social. Este hecho repercute directamente, como es lógico, en la imagen que tenemos de las mujeres (y de los hombres) consumidores. No lo podemos perder de vista.

 Pero en paralelo a este primer aspecto tenemos uno que nos habla precisamente de la “no imagen” de las mujeres consumidoras, de la falta de un imaginario de consumo con características femeninas propias. Esta “no imagen” se deriva de un proceso inconsciente e ideológico muy profundo que tiene que ver con la mirada androcéntrica y que supone la invisibilización de las mujeres consumidoras y adictas por medio de la asimilación de los modelos de consumo masculinos.

 

En relación con el primer aspecto [el valor o el sentido que cada sustancia tiene socialmente] pienso que lo más importante es señalar cómo las ideas preconcebidas sobre cada sustancia las asumimos instantáneamente en nuestra interpretación de las personas que las consumen. Este es un proceso realmente lógico, que tiene sentido en sí mismo pero que tiende a reforzar los estereotipos que tenemos sobre las personas consumidoras impidiéndonos profundizar en la complejidad del consumo.

 

En otras palabas, los valores que asociamos a cada sustancia alimentan cada estereotipo de persona consumidora de tal modo que sustancia y persona-que-consume forman una especie de tándem indisoluble. Y así es como tendemos a creer, por emplear algunos tópicos, que las personas que consumen heroína son delincuentes natas, que las personas alcohólicas carecen de empleo, que las que fuman cánnabis son nihilistas, que las que toman éxtasis ni estudian ni trabajan, que las que esnifan cocaína están forradas de dinero y que las que toman hipnosedantes de forma cotidiana es porque simplemente duermen mal.

 

Este tipo de ideas forman parte del imaginario de cada sustancia. Así, una persona que consuma una determinada droga, asumirá las características o sentidos que le atribuimos a la sustancia en sí misma, independientemente de si son mujeres u hombres.

 Pero ahora llegamos a un punto importante. En tanto que los imaginarios nos hablan de las creencias e imágenes colectivas, ¿bajo qué prisma se generan estas creencias e imágenes? ¿Con qué mirada? ¿Desde la experiencia de quién?

 Quienes creemos que el androcentrismo forma parte del campo normativo de nuestra sociedad, quienes consideramos que la experiencia masculina atraviesa la supuesta neutralidad epistemológica de nuestros conocimientos, opinamos que el imaginario de cada sustancia se nutre precisamente de las realidades masculinas.

Y aquí entramos de lleno en el segundo aspecto que yo quería destacar, en la idea de una “no imagen” propia de las mujeres consumidoras. La imagen que tenemos de las mujeres consumidoras está atravesada por el velo de la experiencia masculina.

 

Esto no quiere decir que no haya características similares entre las consumidoras y los consumidores. Lo que yo quiero subrayar es la cadencia que socialmente tenemos a asumir que las realidades de los hombres consumidores de drogas son válidas también para las mujeres. Cadencia que nos impide seguir investigando y profundizando sobre la verdadera complejidad del fenómeno del consumo de drogas que, como todos los fenómenos sociales, está atravesado por la variable del sexo/género.

 Es decir, en tanto que la imagen global que tenemos de personas consumidoras de drogas es principalmente masculina, cuando queremos expresar la imagen que tenemos de las mujeres consumidoras y adictas lo que tendemos a hacer es traspasar el estereotipo masculino a las mujeres, de tal manera que lo que hacemos es reproducir una imagen masculinizada de las consumidoras.

No obstante, y sin querer caer en contradicciones, es preciso tener en cuenta también que el estereotipo de lo que es la feminidad empapa profundamente también la imagen social de las mujeres consumidoras o adictas, especialmente de éstas últimas.

La feminidad es, en términos generales, como una especie de estado puro e inmaculado al que nos cuesta asociar a comportamientos divergentes, trasgresores,  dañinos u obscenos. Y cuando asociamos este tipo de comportamientos a la feminidad estamos, de algún modo, quebrando la imagen hipotética de lo que “debe ser” la feminidad.

 Así que, de alguna manera, las mujeres que consumen drogas (del mismo modo que las que no responden a la norma corporal, sexual o actitudinal) están ejerciendo una ruptura con lo que se espera de ellas mismas en tanto que mujeres. Esto no es una ruptura valerosa, como pueden ser otro tipo de rupturas normativas, sino condenable: las consumidoras no están haciendo lo que deben ni para ellas mismas ni para la sociedad.

 

Esto produce, finalmente, que la imagen que tenemos de las mujeres consumidoras tenga, a veces de forma muy sutil, una carga peyorativa extra respecto a los hombres. Muchas consumidoras así lo manifiestan al definir la imagen que creen que la sociedad tiene de sí mismas y al expresar su auto concepto. Esta misma idea es también manifestada por muchas y muchos profesionales y estudiosas del sector como bien se ha podido comprobar en diversas ocasiones (Patricia Martínez Redondo, Nuria Romo…)

 

Para terminar con esta pregunta me gustaría remarcar una última idea, y es que debemos seguir insistiendo, como ya están haciendo muchas profesionales, algunas de las cuales participan también en esta Jornada, en hacer un esfuerzo extraordinario para que exista una imagen propia de las mujeres consumidoras y adictas.

Sólo desde aquí es posible trabajar provechosamente y con enfoque de género en los procesos de intervención, acompañamiento, cambio y sensibilización social en relación con las sustancias y su consumo… y mejorar así de verdad las intervenciones, optimizar los recursos y revertir positivamente en quienes son las verdaderas protagonistas.

Consultoras de Género, uníos

Las consultoras de género nos hemos encontrado hasta ahora con una dificultad específica: la indefinición de nuestro sector.

Esta indefinición ha sido producida por numerosos factores. Entre ellos, los más relevantes me parecen los siguientes:

  • la diversidad de especialización,
  • la conjugación -hasta ahora- entre profesionales freelance y pequeñas empresas como principales agentes del sector,
  • la escasa financiación y
  • la carga ideológica que impregna nuestra profesión.

Todos estos factores se dan en un contexto de precarización de las condiciones laborales, de cierto intrusismo corporativo y de crisis institucional que ha dificultado enormemente la consolidación del sector.

Si queremos que la Consultoría de Género se afiance como un sector profesional definido, estable y valorado, quienes nos identificamos como consultoras de género tenemos varios retos pendientes.

Uno de ellos es el de volcar la competitividad en un ideal esquema de colaboración, tal y como acertadamente apuntaba Soledad Murillo en la apertura del II Encuentro Nacional de Consultoría de Género (#APCGenero2).

¿Cómo encontrarnos en un mercado laboral que nos aísla?

¿Cómo identificarnos las unas a las otras cuando ni si quiera todas nos auto definimos como «consultoras de género»? ¿Quiénes somos, de hecho, las «consultoras de género»?

¿Cómo incrementar el valor social de nuestra profesión cuando la igualdad de género se cree indudablemente alcanzada?

¿Cómo colaborar las unas con las otras, en definitiva, en un contexto de oportunidades limitadas?

Una de las fórmulas para afianzar nuestro sector es buscarnos, encontrarnos y aliarnos. Tenemos mucho trabajo por hacer. El éxito, a mí no me cabe duda, pasa siempre por la vía del trabajo colectivo.

Hemos comenzado a asociarnos para definir más nítidamente los objetivos de nuestro sector, delimitar su campo de movilidad, identificar criterios de profesionalidad y las condiciones óptimas de trabajo y exigir la calidad de los procesos institucionales y organizacionales que se efectúen desde el enfoque de género.

Nuestro valor es nuestro expertizaje. Nuestra fortaleza es nuestra unión.

Daremos que hablar.

Estamos imparables.

Si quieres más información sobre la Asociación Nacional de Consultoría de Género o te quieres asociar, pincha aquí. Tu participación sin duda seguirá sumando.

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Alianzas

El próximo día 16 de abril celebramos en Madrid el II Encuentro Nacional de Consultoría de Género.

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Vamos a utilizar una metodología de trabajo por grupos que nos permita reflexionar colectivamente sobre algunos aspectos esenciales de este sector profesional. Estos temas son:

  • El sector de la Consultoría de Género en España

¿Cómo es y cómo querríamos que fuese? ¿Qué posibilidades de desarrollo tiene y por quién está integrado?

  • Las profesionales del sector

¿Quién hace el trabajo de la consultoría de género y en qué condiciones? ¿Cuáles son sus conocimientos expertos y qué trayectorias profesionales desarrollan?

  • Los retos a futuro de la Asociación Profesional de Consultoría de Género

¿Qué puede aportar la asociación al sector y a las profesionales? ¿Cuáles serían sus líneas más interesantes y urgentes de acción? ¿Cómo lograr que la asociación se sitúe como en elemento clave en el sector de la consultoría de género en España?

  • Alianzas y redes

¿Con qué actores puede establecer alianzas la Asociación ? ¿En qué benefician las redes a la asociación, a las profesionales y al sector? ¿Cómo se puede consolidar la red de alianzas?

Presentación2

Además de presentar al final del Encuentro las diferentes conclusiones de los grupos de trabajo, voy a dinamizar el último de los temas junto con Elisa Iniesta.

Todo lo que tiene que ver con las alianzas y las redes es algo que siempre me ha interesado particularmente. De hecho, crear y consolidar alianzas y redes es una de mis maneras de estar en el mundo. Es para mí una forma de supervivencia con la que me he ido encontrando de frente a medida que han pasado los años. Por eso me cuestan tanto las distancias y las actitudes ásperas e individualistas… pero, en fin, eso es otro tema 🙂

Yo soy profesional de este sector y realmente creo que es necesario y útil que nos juntemos y nos aliemos. Como yo, sé que somos muchas, muchísimas.. pero estamos disgregadas y sólo el azar, la amistad o el activismo nos une de vez en cuando.

Ha llegado la hora de afianzar el vínculo.

Si no puedes venir al Encuentro, no pierdas de vista a la Asociación. Puedes informarte también buscando el hashtag #APCGenero2.

¡Os seguiremos contando!

En Gipuzkoa se implementa feminismo.

Resulta que yo trabajo (de profesión) en el ámbito de transversalidad de género (qué amplio, dicho así), y que en este trabajo me encuentro, entre otras cosas, con la labor de participar en la elaboración de planes de igualdad (planes de empresa o planes estratégicos de actuación pública).

Como es sabido, no hay plan sin indicadores.

No es raro toparse con planes de igualdad que incorporan ingente número de indicadores (a veces de género, otras no) acompañando a los objetivos señalados. Esta es una práctica que hay que cambiar. La incorporación de muchos indicadores no asegura –es más, dificulta- una implementación adecuada de las medidas. Los indicadores, sobre todo los de nueva creación, no se diseñan fácilmente y los datos no son siempre fáciles de recoger.

 gora borroka feminista

Por otro lado, tampoco es raro encontrarse en estos planes con discursos bien elaborados. Discursos que emplean adecuadamente la terminología de género, que identifican los problemas de forma original mostrando las múltiples conexiones que sustentan las desigualdades de género y la retroalimentación del patriarcado, y que señalan objetivos específicos pertinentes y sólidos cuyo cumplimiento realmente atajaría la inequidad de género y reforzaría la construcción de una sociedad feminista (sí, feminista, de esa en la que no se construye la vida desde las necesidades exclusivas del “ser-hombre” y su norma).

Lo que sí es raro es encontrarse con un plan de actuación estratégica que tenga impregnado en cada palabra de su texto, en cada objetivo y en cada indicador una mirada de género tan precisa y tan fresca. Un plan de actuación feminista de cabo a rabo (y, ojo, ¡aprobado e implementado desde las instituciones!) que, eso sí, quizá cuesta aterrizar pero, ¿cómo se inventa el nuevo mundo si no es desde las nubes?

Imagen Recomiendo a quienes, como yo, trabajan en las políticas de género (de profesión) y en la construcción de una sociedad no androcéntrica (de vocación) la lectura del II Plan Foral para la igualdad de mujeres y hombres de Gipuzkoa y la valoración detallada de sus indicadores.

Y, para muestra, un botón:

Línea de Trabajo: Redes y prácticas feministas

Ámbito de Intervención: Mejorando las condiciones para la participación sociopolítica.

Objetivo general 3: Ayudar al fortalecimiento de las organizaciones feministas y asociaciones de mujeres del territorio gipuzkoano.

Objetivo específico 3.2: aumentar los recursos forales de apoyo a la creación y/o fortalecimiento de alianzas puntuales o estables entre el movimiento feminista y de mujeres y entre éste y otros movimientos sociales.

Indicadores de resultado:

–          Nº de alianzas establecidas

–          Nº de agentes sociales que han participado

–          Nº de asociaciones de mujeres y feministas que han participado

–          Tipología de los movimientos sociales participantes

Moraleja: los indicadores de género no se construyen desde la nada. Antes de un indicador que muestra una realidad previa o transformada, siempre hay un objetivo que lograr. Y antes de cada objetivo, siempre hay una mirada.

Para elaborar indicadores de género no sólo basta con poseer los conocimientos técnicos. Es imprescindible poseer la mirada.